APOLOGÍA DE LA SERPIENTE ALADA o LA FISTULARIA (poema)




Alguna vez evocábanse inmortales recuerdos
Estrellábanse reflejos emanados de enfrentados espejos
De la mar veíase su fosa abisal llorar

Erguíase orgullosa la soledad cual pétrea ausencia
Aquejaba este sitio de carne su única presencia
Reptando en silencios milenios de pérfida espera

Un fino hilo serpenteaba entre dos mundos
Delgadas líneas rumbo a innumerables vacíos
Sagradas cuerdas que a estrellas enteras mantienen sujetas

Cuando llegóse a mí fluctuando en estáticos espacios
Increpando al destino de ánimos acuosos
La fistularia ondulante de las arenas de los tiempos

Nada aquí había violado el cruel mandamiento
Dejarme como el único poseedor del don del movimiento
Profanaba ella la palabra de aquel infausto dios del viento

Atendí a ver la puerta luminosa que junto a mí se abría
Que era el lugar hacia donde presta se dirigía
Estallaba de luz y a todo mi ser de incontinente fulgor hería


Extendí mi mano a aquel pórtico deseando al nuevo sol tocar
Y de todas las maneras bajo el fuego hízome quebrar
De forma que no hallo bien como expresar

Diré que eran como campos vastos extendiéndose en perpetuos siglos
A sempiternos ámbitos carentes de tierra sus cielos
Flotantes nubes grises derramadas de la fisura líquida de los sueños

Y hubiérame quedado la eternidad a ese resplandor contemplando
Si la serpiente a mi lado no viniere pasando
Rozándome e ignorándome a la abertura se fue cruzando

Pues cuando el último rastro de mis pies las huellas borren
Resquicios de ojos hablantes algunos hombres evoquen
Consumido el aire memorias ajenas finalmente expolien

Y dejaron durmiente las finales voces de mi simiente
De aciagos maderos la bruna asonancia de lejanos llantos
No hallaran los huesos ni sabrán esos ecos por estos pasos dejados